Introducción


Importancia de las comunidades de aprendizaje

En la sociedad de la información y el conocimiento la estructura clásica de la escuela ha colapsado y exige nuevas formas de aprender y de convivir. Según Lozano (s.f.) “Lo característico de esta nueva sociedad no es el papel de la información y el conocimiento, sino el conjunto de nuevas tecnologías que han permitido a las redes constituirse como "seres" evolutivos con capacidad de adaptación”.

Ante este reto y el desarrollo de nuevas tecnologías con aplicación en el campo de la educación, las comunidades o redes de aprendizaje se han convertido en una alternativa viable para la interacción didáctica bajo las condiciones de la educación del Siglo XXI. Para lo cual se debe hacer un replanteamiento en relación a los objetivos, contenidos, estrategias de mediación y evaluación que se proponen para el proceso de aprendizaje.

Los fundamentos que sustentan la validez de las redes de aprendizaje en los espacios educativos se pueden encontrar en diversas disciplinas científicas, de manera especial en las teorías biológicas, cognitivas, del pensamiento sistémico. Para Maturana (1999) “Los seres humanos somos seres sociales: vivimos nuestros en cotidiano en continua imbricación con el ser de otros... el ser humano individual es social y el ser humano social es individual” (p. 21)

El ser humano como ser social se construye y reconstruye en la interacción con las demás personas a lo largo de su vida. En este sentido las comunidades de aprendizaje son el escenario idóneo para la gestión del conocimiento, según Cabrera “La necesidad de desarrollar en los estudiantes la capacidad para gestionar sus propios aprendizajes ha sido planteada por la UNESCO (1998) en el sentido de contar con herramientas intelectuales y sociales para un aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida”.

Qué son las comunidades de aprendizaje

Las redes en su sentido más general no es un concepto nuevo, vienen siendo utilizadas desde la prehistoria, donde las personas se reunían para ir a cazar o recolectar alimentos. Y con el desarrollo de las tecnologías hoy se ha conformado las redes sociales, que han tenido diferentes espacios de concreción en la vida social de las personas como el laboral, político y educativo.

La metáfora de la telaraña utilizada en el contexto de las redes, ha permitido la comprensión de esta nueva forma de organización como un “reticulado global –un nexo cognitivo unificado y unificador- de la teoría que tenemos sobre el mundo, las formas de conocerlo y de pensar en él” (Chapman, 2008: 21), igualmente destaca la relevancia de las redes en que “constituyen un nuevo constructo para concebir la provisión educativa y un nuevo vehículo para lograr el cambio”, se han convertido en la herramienta para crear conocimiento tácito que proporciona la variedad, la imprevisibilidad y la incertidumbre en el contexto (Fernández, 2008:14), hasta elevarse en conocimiento explícito, donde adquiere su real dimensión de conocimiento. (Dorado, 2006:17)

A pesar de que las potencialidades de las redes en los procesos de aprendizaje, todavía son objeto de investigación, si se ha identificado una estrecha relación entre el concepto de red y los procesos de aprendizaje. Desde diferentes ángulos teóricos, y de manera particular, a partir de la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se ha venido discutiendo las posibilidades sobre los aportes de la red en el aprendizaje. Maturana (1999) concibe los procesos de formación desde una visión vital y en estrecha relación con su entorno “…vivimos nuestros ser cotidiano en continua imbricación con el ser de otros” (p. 21). Relación donde la descentralización de la actuación y toma de decisiones, es propia de una dinámica de redes (Castells, 2001). Desde esta perspectiva, las redes de aprendizaje son el espacio ideal para generar conocimiento para la vida.

La cultura, entendida como “redes cerradas de conversaciones, es decir, redes cerradas de coordinaciones recursivas de haceres y emociones” (Maturana, 1999:51) es un espacio de conversaciones que favorece un saber menos informativo y más comunicativo, desde comunidades de aprendizaje que generan los procesos de acción colectiva. En particular, la cultural digital representada más por los cambios en infraestructuras que la soporta, que por los cambios en los códigos lingüísticos y conceptuales, debe ser objeto de discusión en las nuevas corrientes de pensamiento. Porque como lo plantea Kosco: “La cultura digital ofrece una visión fresca de todo el espectro multidimensional de la experiencia humana realizada en el nivel de las ideas” (p. 245). Y para algunos autores es así como funciona el pensamiento para encontrar la comprensión y el significado a la realidad concreta, en un contexto determinado y en un constante movimiento, como lo plantea Bohm (1988) cuando señala que:

Lo que normalmente vemos es el orden explícito, desplegado de las cosas, como si viéramos una película. Pero hay un orden subyacente que es la madre y el padre de esta realidad de segunda generación, el orden implicado o plegado. (p. 32)

En el mundo fluyente y en movimiento del pensamiento y la realidad, “No debe existir una forma final del pensamiento, del mismo modo que no puede existir un poema final (que haría innecesario todos los poemas posteriores)” (Bohm: 100). Esta analogía permite redescubrir la utilidad de algunos instrumentos del mundo virtual (la Red) para el aprendizaje en red, donde la percepción y el aporte de cualquiera de los componentes sólo se convierten en el inicio de otras percepciones hasta llegar a obtener un todo.

En todo esta dinámica de redes, la Internet juega un papel innovador y ha permitido “nuevas formas de trabajo y coordinación en red a gran escala y ha sustituido a las cadenas de mando lineales y centralizadas” (Dorado, 2006:14). En los espacios virtuales tanto sociales como educativos, la combinación de mente humana e inteligencia artificial pueden propiciar un escenario para potenciar el desarrollo actividades de aprendizaje, porque como lo plantea Morín al referirse a la analogía cerebro-computador “Hay una inteligencia artificial. Pero la inteligencia artificial está limitada a la computación, mientras que la mente humana integra la computación cerebral en la cogitación, es decir el pensamiento” (p. 109)

Además, de la nueva dinámica que dan las redes a la construcción del conocimiento, el lenguaje, como el conjunto de signos para la comunicación y definido por Morín como “el disco giratorio esencial entre lo biológico, lo humano, lo cultural, lo social” (Pág. 41) es una expresión relevante del orden que permitirá la coherencia y armonía entre lo pensado y no pensado, entre lo explicito y lo implícito.

La naturaleza del lenguaje es compleja donde cada palabra, cada signo o rito tiene una connotación en su contexto, debido a que el lenguaje tiene una profunda implicación cultural y crea un espacio propicio para las relaciones complejas entre el cerebro y la actividad mental del hombre, donde según Morín “se forma un bucle entre cerebro-mente-cultura, en el que cada uno de estos términos es necesario para cada uno de los otros” (43).

Referencias

Bohm, David. (1988). La totalidad y el orden implicado. Barcelona: Editorial Kairós S.A.
Cabrera, Isaac. (s.f). Autonomia en el aprendizaje: direcciones para el desarrollo en la formación profesional. Revista Actualidades Investigaciones en Educación. Vol. 9, Número 2
Castells, Manuel y otros. (2001). Nuevas perspectivas críticas en
educación. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
Chapman, Judith, (2008). ¿Por qué redes y por qué ahora? Cuadernos de pedagogía. No. 385, 20-23.
Dorado, Carles. (2006). El trabajo en red como fuente de aprendizaje: posibilidades y límites para la creación de conocimiento. Una visión crítica.Educar. No. 37, 11-24.
Fernández, Mariano. (2008). ¿Qué hay de nuevo bajo el sol?. Cuadernos de pedagogía. No. 385, 12-19
Lozano, Antonia. (s.f.). Comunidades de aprendizaje en red: diseño de un proyecto de entorno colaborativo. Recuperado el 20 de marzo de 2010 desde http://campus.usal.es/~teoriaeducacion/rev_numero_05/n5_art_lozano.htm
Maturana, Humberto. (1999). Transformación en la convivencia. Caracas: Dolmen Ediciones.
Morín, Edgar. 2003. El Método V: La humanidad de la humanidad. Ediciones Cátedra: Madrid.
Kosko, Bart. (1999). El futuro borroso o el cielo en un chip. Barcelona: Editorial Crítica.